Según la definición que nos ofrece la Física, la tensión superficial de un líquido es la cantidad de enegía necesaria para aumentar su superficie por unidad de área.
La tensión superficial está causada por los efectos de las fuerzas intermoleculares que existen en la interfase, es decir, los líquidos cuyas moléculas tengan una fuerza de atracción elevada tendrán una tensión superficial más poderosa. La interacción de las partículas en la superficie del agua hace que esta se presente como una auténtica cama elástica capaz de soportar el peso de partículas de polvo, hojas y pequeño insectos, ya que las moléculas de agua se cohesionan al atraerse entre sí y son soportadas por las moléculas que tienen debajo.
La tensión superficial no deja de ser una suerte de arquitectura molecular muy precisa. Si se altera la composición molecular del líquido, al mezclarse con otra sustancia, la tensión superficial también variará. Es lo que sucede con el agua al mezclarse con el jabón, que cambia molecularmente hasta romper la fuerza de atracción que provoca su tensión molecular.También estas fuerzas dependen del medio que los rodea, produciéndose variaciones en la tensión según la temperatura, la presión y otros factores medioambientales.
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